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Sunday, 18 August 2013

Encuentro con un Balrog. Badwater Ultra Marathon 2013

Encuentro con un Balrog. Badwater Ultra Marathon 2013
Por Mark Steven Woolley

Los balrogs son criaturas desagradables y demoníacas que habitan los más profundos abismos de la tierra. Se rodean de fuego y oscuridad y vienen armados con látigos en llamas. Al final de la Primera Edad, la mayoría de los balrogs fueron destruidos por los elfos en la War of Wrath, pero algunos permanecieron escondidos en los hoyos más inaccesibles de la tierra. Se rumorea que uno de ellos vive en el Valle de la Muerte, y que el intenso calor que hace allí se debe a esa criatura y no a las condiciones geográficas y climáticas. No es como la ciencia moderna nos ha hecho creer, sino que se debe a un balrog enojado, su enconado odio e ira por la muerte de sus hermanos libera enormes cantidades de fuego en el valle. La única criatura que rivaliza con el balrog es el dragón, pero como todos sabemos, los dragones son sólo un mito fantástico en las mentes de los seres humanos y no existen.

Así nos encontramos de nuevo en el Badwater Ultra maratón, esa carrera que comienza en Badwater y cruza el foso de fuego que se conoce por el nombre del Valle de la Muerte. Este iba a ser mi segundo Badwater, después de haber terminado la carrera en 2010, aunque con ciertas dificultades. Había perdido el conocimiento por la intensa deshidratación y tuve que tomar un descanso forzoso en el hospital de campaña de Stovepipe Wells. En el transcurso de algunas horas me recuperé, me sentí mejor, volví y terminé, pero el arte de correr el valle quedaba viciado. Mi intención al volver este año era perfeccionar este arte para correr la carrera perfecta, pintar el bello arte del ultra-corredor pasando por el Valle de la Muerte. El Valle es el lugar más caluroso de la Tierra y es este factor por sí solo el que los corredores deben desafiar. Claro, Badwater es un largo camino -135 millas o 217 kms para ser exactos- que cruza un par de collados de montaña y termina por la larga ladera de la montaña más alta de los bajos EEUU, con un desnivel acumulado de más de 4000M, pero para un ultra-corredor experimentado estos factores realmente no representan nada fuera de lo común. No, la verdadera cuestión en Badwater es el calor.

Pero si alguien piensa que esta increíble carrera la protagoniza el corredor está muy equivocado. Badwater es todo un trabajo de equipo: el equipo de apoyo. Para realizar la carrera necesitas un equipo de personas que te siguen y atienden tus necesidades, pero lo más importante es que en realidad te mantienen con vida en el más inhóspito de los lugares. El calor es tan intenso que sin su ayuda te secarías como la hoja amarilla que muere en otoño, y cae al suelo vacía, carente de toda humedad.

Así pues, ¡olé con el equipo de apoyo! Poco después de recibir el correo electrónico de aceptación de Chris Kosman, publiqué un anuncio en Facebook: BUSCO HOMBRES PARA VIAJE PELIGROSO. SALARIOS PEQUEÑOS, CALOR INTENSO, LARGAS HORAS DE COMPLETA LOCURA, PELIGRO CONSTANTE, REGRESO A SALVO DUDOSO. HONOR Y RECONOCIMIENTO EN CASO DE ÉXITO… NECESITO TRIPULACIÓN PARA BADWATER. Era un adaptación del original con el que Shackleton buscó  tripulación para abordar el Endurance en la fatídica expedición a la Antártida a finales del siglo pasado. Con este anuncio Shackleton llenó su barco con personas de ideas afines y yo conseguí mi equipo para Badwater en menos de una hora. ¡Pobres almas descarriadas!

Javi Woolley: Mi hijo de 15 años. Hace 3 años su hermana mayor  Laura tripuló para mí en el primer Badwater cuando tenía esa misma edad. Javi disfrutó inmensamente con la idea de ir al desierto más caluroso del mundo. ¡Secretamente disfrutaba con la idea de patear el culo de su padre para variar! Creo que lo más importante que se puede legar a los hijos son experiencias. ¡Y Badwater es sin duda una experiencia!

Jari Nyman: Un querido amigo desde hace 25 años. Solía entrenar a lo bestia con Jari en el gimnasio hasta que nuestros intereses deportivos se separaron. Jari es ahora uno de los mejores artistas marciales de Jeet Kun Do del mundo y le fascinaba el ultra maratón de Badwater. ¿Qué fue lo que llevó a estas personas a estos extremos?, se preguntaba, ¿qué les permitió seguir adelante? Sólo había una manera de averiguarlo  y era unirse a la tripulación.

Stephen Sutton: Otro buen amigo de mis días en la universidad. Stephen es un magnífico deportista y en la facultad pasamos muchos, pero muchos momentos juntos escalando y haciendo alpinismo, cuando en realidad deberíamos haber estado estudiando. Nos metimos en tantos líos juntos que es un milagro que los dos estemos todavía vivos para contarlo. Compartimos casa juntos, pero perdimos el contacto hará unos 20 años. Tras encontrarnos otra vez en Facebook, ¿qué mejor manera devolver a vernos que hacer la Badwater?

Jup Brown: Conocí a Jup el año pasado durante The High, una ultra carrera de 222 kms en el Himalaya indio. Vió por casualidad que tenía una plaza vacante para Badwater y se puso en contacto un par de semanas antes de la carrera por si también podía sumarse a la fiesta. De inmediato le dije que sí. A pesar de que no conocía a Jup de mucho sabía que encajaría a la perfección, habíamos pasado 3 semanas juntos en el Himalaya y me bastaron para saber que es un artista de primera en condiciones extremas. Se le puede reconocer al instante, es el kiwi blanco pálido con largas rastas rubias y quemadura solar crónica.

Vicente Vertiz: Vicente es un amigo cercano de muchas batallas ultra, incluyendo mi primer Badwater. No pudo venir este año, pero fue parte del equipo desde el principio y se merece su mención. Algunas semanas antes de la carrera fue operado de un ojo con complicaciones  que le obligaron a quedarse en casa. Sé que estaba decepcionado, pero cuento con todas las aventuras que todavía tenemos por venir.

Luis Guerrero: Luis en realidad tenía plaza de corredor en el Badwater de este año, pero tuvo que renunciar por compromisos de trabajo. Cuando supo que mi equipaje se estaba retrasando me envió rápidamente un paquete de material para la carrera, incluyendo zapatos de mi talla, a través de otro corredor mexicano. ¡Luis no estaba allí en persona, pero era sin duda del equipo! Dice el refrán que se necesitan amigos hasta en el infierno. ¡Bueno, ahí estaba yo a las puertas del infierno necesitando a mis amigos! ¡Muchísimas gracias Luis!

Al comienzo de la carrera, en la salida de las 8:00 AM, la temperatura ya era bastante alta y tras la cuenta atrás  estábamos en camino. Todos con nuestro propio viaje personal por delante y cada uno con su propia motivación personal para hacerlo. La mía era pintar el arte perfecto, expresar el perfecto movimiento del cuerpo; la carrera perfecta. No me refiero a ganar o llegar antes que otros, ni siquiera a correr particularmente rápido. Lo que esto significa para mí es que lo hago de una manera sumamente elegante y al máximo de mi capacidad. Significa que mantengo todo bajo control y simplemente fluyo a través del valle, totalmente sintonizado con la naturaleza y profundamente conectado a mi alma interior. Significa que encuentro la paz absoluta mientras corro, completamente desconectado del mundo. Sólo importante el momento presente. Sin embargo, una criatura mítica que algunos se atreven a comparar con un dragón, iba a hacer todo lo posible para que no fuese así.

El inicio de la carrera fue muy agradable, bastante tranquilo a pesar de las temperaturas cada vez más altas. De hecho, a las 8.00 horas ya estaba quite hot (bastante caliente), algunos grados por encima de la temperatura corporal, no habiendo pasado siquiera por la fase a bit hot (algo caliente). Era un buen momento para hablar con otros corredores y pasé un rato muy agradable conversando con Ian Hughes de Escocia, Dave Clark, Seow Kong Ng y algunos otros que estaban corriendo más o menos la misma velocidad que yo. Hasta Furnace Creek no se permiten los pacers, pero después de ese pueblo sí, y Jari, ansioso por probar este juego de correr por el Valle de la Muerte salió a la carretera para correr a mi lado. No estoy seguro de quien estaba disfrutando más, él o yo. Pero esa es la esencia de Badwater, ya sea corriendo o en la tripulación, todos tienen una experiencia que está fuera de este mundo. Todo es tan intenso, tan inmediato. Steph y Jup salieron después y todo el mundo parecía estar asombrado y alucinando al darse cuenta de dónde estaban, lo que estaban haciendo y que todo eso estuviese sucediendo aquí mismo, ahora mismo en el Badwater Ultra maratón en las profundidades de la fosa del Valle de la Muerte.

Es posible que te preguntes cual es la diferencia entre a bit hot y quite hot. Hago este inciso en mi lengua adoptiva para que no se pierda el giño que escribí para los lectores estadounidenses  (de paso os doy una pequeña lección formal en inglés británico de calidad; después de todo, fuimos nosotros los que inventamos el lenguaje, tome usted nota, por favor). En Inglaterra diríamos que el Valle de la Muerte es definitivamente a bit hot (algo caluroso), la forma normal de decir que algo está caliente. A veces, si hace un poco más de calor todavía decimos quite hot (muy caluroso). Quite hot es sin duda un poco más caliente que a bit hot. Si la temperatura  sube aún más y hace más calor todavía, tendríamos entonces que referirnos a ello simplemente como jolly hot (caliente de cojones, ¡creo que se expresa aún mejor en castellano!), y eso es lo más caliente posible. ¡Este año fue sin duda un año caliente de cojones en el Badwater Ultra maratón! Tal vez la organización de la carrera debería adoptar esta terminología ya que es mucho más fácil de usar y entender que todos esos grados que sólo sirven para liar la cabeza.

Al aproximarnos a Stovepipe Wells, después de unas 40 millas y después de mantener un ritmo sumamente cómodo y uniforme desde el principio empecé a sentir el calor. A pesar de los intentos fervientes de la tripulación por mantenerme fresco  mojándome y poniéndome hielo en la cabeza, el calor era simplemente brutal. Los fuertes vientos levantaban la abrasadora arena amarilla de las dunas y azotaba los corredores que intentaban hacer su camino a través del valle. Tiré hacia abajo de la visera de atrás de la gorra en un intento inútil de proteger mi cara pero era en vano, la arena quemaba igual y el viento quemaba aún más. Estábamos en un auténtico horno de convección, me sentía como si me estuvieran cocinando. Stephen estaba conmigo en ese momento, me seguía un par de metros atrás y recuerdo que le decía que deberíamos frenar un poco. Cualquier intento de forzar el ritmo bajo esas condiciones podría dar lugar a una catástrofe. Stephen estuvo de acuerdo y se desaceleró a un paseo a paso ligero. Pero todavía hacía mucho calor y continuaba cocinándome. Caliente de cojones significa precisamente eso, caliente de cojones y como acabo de explicar eso es lo más caliente posible. Caliente de cojones.

¡Y entonces fue cuando me encontré con el balrog! Mira, no se conoce a un balrog todos los días y, créeme, realmente uno no quiere. El balrog es una criatura pestosa y malvada ya por sí, y para colmo éste estaba muy enojado y me sopló fuego directamente a la cara. Supongo que se había cabreado porque los demás corredores no le prestaban mucha atención o tal vez sólo tenía un mal día, recordando la paliza que Gandalf le había dado en las minas. De todos modos no le hice caso y seguí adelante, cosa que sólo sirvió para empeorar su cabreo. A los balrogs no les gusta ser ignorados. Respiré un poco más con la intensidad de su puro fuego cayendo sobre mí y caí inesperadamente al suelo del desierto. Estaba total y completamente aturdido. No lo vi venir. En un unos pocos minutos pasé de estar completamente en control, de sentirme en la cima del mundo, a ser un guiñapo arrugado y patético en el asfalto. En carreras pasadas, cuando he tenido un problema grave siempre lo he presentido con anterioridad. Si no hacía caso de la advertencia pagaba las consecuencias,  si prestaba atención y ajustaba los parámetros navegaba más o menos la situación. Pero siempre había algún tipo de señal que me advertía de ello. Esto era muy diferente. Un momento estaba perfectamente y al siguiente me vi en el suelo. Tal es la cruel ferocidad de los balrogs. Me vino a la mente esa escena en la que el Terminator se cubre de nitrógeno líquido. Trata de moverse y se le rompe la pierna, seguido de sus brazos y finalmente toda la máquina cae al suelo. El Terminator, tan convencido es de su propia invencibilidad, observa el proceso incrédulo.

Me levanté, traté de moverme, pero volví a caer. Stephen estaba horrorizado. Lo intenté de nuevo, pero esta vez ya no tenía control sobre la caída y me derrumbé sobre la arena a la orilla de la carretera. Toda esa encantadora ropa blanca que se usa en el desierto emborrizada de arena. Al menos todavía estaba mojada, pero a la velocidad que se estaba secando no iba a durar así mucho. ¿Y luego qué? Sin el efecto del enfriamiento de la ropa mojada el proceso de cocción comenzaría en serio y entonces continuaría con la momificación. ¡Yo no quería momificarme! ¿Dónde diablos estaban los tripulantes? Estábamos justo en una curva y la tripulación, aunque sólo un par de cientos de metros más adelante, estaba fuera de vista. Ellos tampoco podían vernos y no tenían conocimiento del desarrollo del drama. Me habían estado revisando con diligencia cada milla, lo que parecía un montón. De hecho, parecía excesivo. Nadie, ni siquiera yo, tenía la menor idea de que esto podía pasar. No habíamos tenido ninguna advertencia.

Conseguí incorporarme y sentarme sobre la arena allí, incapaz de nada. Stephen se encontraba en un dilema, no sabía si dejarme y correr a por el resto del equipo o simplemente descansar junto a mí protegiéndome del sol con su sombra. Otro corredor pasó; no sé quién. Stephen le pidió que alertase a nuestra tripulación. A continuación pasó otro corredor más y Stephen dijo lo mismo. Pero lo más extraño de todo esto es que de cabeza yo estaba 100% coherente. Entendía perfectamente lo que estaba pasando, era mi cuerpo el que no respondía. Pero eso también era un problema, porque sabía lo que significaba y eso me daba miedo. ¡Si no me refresco pronto entraré en un estado muy peligroso y sentado en el suelo del desierto no había manera de refrigerarse! Estaba completamente indefenso, necesitaba que me rescataran. No era un pensamiento cómodo. No era la carrea perfecta. No era el arte perfecto.

Después de lo que pareció una eternidad, en realidad sólo unos pocos minutos, la tripulación se detuvo y me subieron al coche como a un saco de patatas. El aire acondicionado estaba a tope y me fueron cubriendo con hielo. Donde podían meter hielo lo metieron. Dondequiera que el hielo se resbalaba colocaron bolsas grandes y me empapaban con toallas de agua helada. Ahora tenía frío, quiero decir mucho frío, otra sensación jodidamente desagradable, pero la movida funcionó y la temperatura corporal comenzó a bajar. Unos minutos más tarde me estaba viendo un médico. A menudo esto no se dice, pero los médicos de  Badwater son absolutamente impresionantes. Hacen un trabajo magnífico detrás de la escena. En ninguna carrera de las que he hecho he visto médicos tan eficientes, tan profesionales y serviciales. Normalmente en un estado así te habrían retirado, pero no en el Badwater. Tratan de ponerte en forma lo suficiente como para que vuelvas a la carrera, para que acabes. Los médicos en Badwater no te compadecen sino que te arreglan, te dan una pata en el culo y te dicen que vuelvas a la carretera. Ellos nos entienden y por eso les estoy eternamente agradecido.

Todavía tenía la tensión arterial baja debido al golpe de calor, aunque la temperatura corporal ya era normal. El médico me había dado la orden de entrar en el hospital de campaña Stovepipe Wells, que estaba a sólo a un par de kilómetros y Jup quería que plantáramos la estaca, pero yo me negué y me acerqué al hospital andando poco a poco, descansando cada medio kilometro hasta que estuve allí. Ya no había ni rastro del balrog a pesar de no haber bajado la temperatura. Sólo puedo suponer que estaba pensando que me había ganado y se habría ido a cazar a otros corredores. Es una criatura muy cruel, me deslicé en silencio para que no me viera; de hecho no nos volvimos a encontrar, así que supongo que tuve suerte esa vez.

El hospital de campaña de Stovepipe Wells era una masacre. Había corredores y miembros de distintas tripulaciones por todo el lugar y me consoló saber que no estaba solo. ¡No era el único con un choque térmico, o  perseguido por un balrog! Algunos incluso parecían cocinados por el aliento de un dragón, pero los dragones no son reales, ¿verdad? Me registré con un médico y me comprobaron la tensión entre otras cosas. Efectivamente aún la tenía muy baja, no entendían como había llegado hasta allí por mi propio pié. No pongo los números aquí porque dan miedo, pero los que estaban conmigo saben. Los médicos hicieron preguntas detalladas, entre otras cosas sobre mi consumo de sal y luego nos dieron la noticia: ¡sólo estaba tomando la mitad de sal que debía! Habíamos seguido las instrucciones de la botella con diligencia, pero el calor en Badwater es tan intenso que deberíamos haber duplicado las cantidades. Me dieron a beber una solución salina que debe ser una de las bebidas más desagradables que he probado en toda mi vida, pero sin duda hizo su trabajo. La presión arterial volvió a la normalidad y la vida comenzó a fluir de nuevo por el cuerpo de este viejo perro. Habían golpeado al perro, sí, pero no estaba derrotado. Durante este tiempo la tripulación estuvo siempre conmigo, se turnaban para obligarme a beber aquel asqueroso líquido. También se tomaron un tiempo para refrescarse en la piscina al otro lado del patio, que también fue un acierto.

A las 3 horas de la llegada al hospital todo volvió a la normalidad: tenía trabajo por hacer. Así, a medida que más personas llegaban para ser vistas por el personal médico, dejé la cama y salí junto con la tripulación a caminar por la colina hasta Towns Pass. Me sentía mucho mejor, más vivo. De hecho, me sentía igual que sólo unos minutos antes del encuentro con esa asquerosa y desagradable criatura del mito. Me sentía genial. Todo el mundo tiene sus fortalezas y debilidades y el calor extremo es, obviamente, una de mis debilidades, pero la capacidad de recuperación y de rebotar tras una crisis siempre ha sido mi fuerte. ¡El balrog no contaba con eso! A pesar de este incidente, nunca (pero nunca de verdad) me planteé que no podría terminar. Aunque era evidente que no iba a hacer una buena marca, no se me pasó por la cabeza que todo hubiera terminado. Los ultramaratones funcionan así, hay problemas. La cuestión es cómo hacer a esos problemas y esto es lo que marca la diferencia. Sí, Woolley, levántate del suelo y a empezar de nuevo, es tan simple como eso.

Ahora el equipo era un equipo con una misión. Estaban aún más resueltos a llevarme a meta que nunca. Durante la primera parte de la carrera me habían dejado pensar que yo controlaba mi destino, pero ahora no ocultaban que las decisiones las iban a tomar ellos. Mi trabajo era correr y meterme en la boca todo lo que me iban dando, ¡y eso significaba pastillas de sal! ¡O no, qué asco! Realmente odio las pastillas de sal y las pastillas de sal me odian a mí. Es por eso tomo la sal en solución, pero a la concentración recomendada por los médicos esto no era posible, así que no había más remedio que tomar pastillas. Mi estómago todavía se sentía un poco delicado después del incidente anterior, así que al forzarme a tragar una pastilla de sal el estómago se rebeló rápidamente y la humedad del suelo del valle subió pero que mucho.

Vomitar de esa manera me hizo sentir más fresco, pero dudo que el sentimiento se extendiese a la tripulación, que limpiaba vómito de sus calcetines y zapatos. Parecían un poco perplejos, sin saber qué hacer, pero me dejaron seguir de todos modos. Alrededor de una hora más tarde Javi me detuvo y me hizo tomar otro comprimido de sal. Creo que estaba disfrutando la completa inversión de los roles, el momento en que daba órdenes a su padre, que no tenía más cajón que seguirlas. Pero fue en vano, al instante vomité otra vez, salpicando de pequeñas gotas la camisa de Javi. Eso sí que era un cambio de roles, ¿cuántas veces ha vomitado sobre mí cuando era un niño pequeño? Un punto para el de este lado. Puro karma.
Subí la cuesta más y más, acompañado en el camino por Jari, Jup y Stephen, que hacían de marcapasos. ¡Dios mío, estos tipos trabajan duro para conseguir que siga adelante. Cayó la noche y lo mismo hicieron las temperaturas y en un momento Javi salió a pasear conmigo y disfrutamos de un raro momento de padre e hijo en ese lugar desolado, seco. Luego le tocó a Stephen administrar la temida pastilla de sal. Esta vez Stephen sonrió y se quedó fuera de rango al pasarme el pequeño ladrillo blanco ofensivo. Los otros ni se acercaron.

Es difícil de explicar: yo había llegado a temer la pastilla de sal tanto como al balrog del valle e intentaba tragarla únicamente por agradar a la tripulación, aunque aquella puñetera pastilla era capaz de descarrilar lo que quedaba de mi intento de terminar Badwater. Así que ahí está la pastilla flotando en mi boca, rodeada de agua, mientras me preparo rigurosa y mentalmente para digerirla. Quiero decir que tenía que mentalizarme más para tragar una pastilla que para empezar la carrera. ¡Uno, dos, tres, vamos! Errrr; no, no… Sólo tengo que controlar ese reflejo de vómito tan bestia que tengo y me la trago… No… Ok, vamos a intentarlo de nuevo: uno, dos, tres… ¿estás fuera de la trayectoria, Steph? Esto se estaba convirtiendo en una batalla épica dentro de la batalla principal; Woolley contra de la pastilla de sal, pero con la misma disciplina de hierro forjado que iba a llevarme hasta el final me las arreglé para tragar al desagradable pequeño bastardo y lo más importante, me las arreglé para controlar el vómito. Os parecerá cosa de risa, pero este pequeño acontecimiento requiere más disciplina mental que volver a la carretera después del choque térmico.

Finalmente llegamos a la parte superior de Towns Pass y con la cumbre llegó una vez más la sensación de controlar los acontecimientos. Sabía que no era yo el que realmente controlaba, mi equipo y sobre todo mi hijo me habían dejado eso muy claro, pero me gustaba jugar a creerlo. Así que decidí echarme una siesta de 15 minutos en el asiento trasero del coche. ¡Les voy enseñar quién es el que manda aquí, sí señor! Después de la siesta me sentí muy descansado y luego vino el ingrediente mágico. Cogí el reproductor de mp3 y con Rime of the Ancient Mariner (La balada del viejo marinero) de Iron Maiden en mis oídos me conecté a la fuente de energía oculta que mi cuerpo reserva precisamente para estos momentos y empecé a correr. Os juro que yo les debo un gran favor a Bruce Dickinson y Steve Harris, ¿serán conscientes de que me devolvieron a Badwater cantando unas melodías acompañados por el ritmo pulsante del bajo? Probablemente no. Tal vez les escriba para hacerles saber que una de sus canciones me salvó la Badwater. La música rock instantáneamente tocó mi alma y la despertó, me ayudó a conectar con el animal interior y luego dejó de rasgar.

He descrito este animal en detalle antes, así que no voy a repetirme aquí, pero es una criatura maravillosa, una bestia primitiva que vive en lo más profundo de cada ser humano vivo. Es parte de nuestro pasado ancestral y la única manera de conectar con él es romper las capas superficiales en las que vive. Los ultramaratones son buenos para perder estas capas, pero en Badwater se desnudan con una sierra de cinta. En Badwater, si uno no sabe cómo conectar, simplemente no puede sobrevivir allí. Badwater reduce todo a lo primitivo y nos encanta precisamente por eso. Para eso hemos venido, ¿no? La bestia vino en mi ayuda la última vez que estuve aquí y aquí estaba otra vez. La majestuosa sensación de poder puro sin adulterar en las piernas y el cuerpo, acompañada de la música rock era simplemente demasiado para poder resistirse y dejé que el momento me poseyera. Corriendo y corriendo muy fuerte cuesta abajo empecé a pasar a otros corredores. Ah, y la Coca-cola fría también  ayudó. De hecho, empecé a sentir pena de la mayoría de la raza humana, de todas las personas que viven sin poder acercarse a esta criatura, sin saber de su existencia salvaje. Tantas personas en el mundo y tan pocas llegan a experimentar este sentimiento, esta conexión con lo mágico, lo que reside en las profundidades del tiempo, pero que se puede encontrar en cualquiera con vida si están dispuestos a buscar. Si estás leyendo esto y eres un corredor de ultra distancia sabes de qué estoy hablando. Si eres un veterano de Badwater has pasado por aquí también.

Al llegar al siguiente valle de Panamint el sol no había salido a la superficie todavía y le pregunté a la tripulación si podían prepararme un café caliente recién hecho. Bueno, todos hemos tomado buen café alguna vez, y probablemente el café que me hicieron no pasaría una prueba de calidad del Starbucks, pero os juro que para mí era el mejor del mundo. Perdón, no quiero mentir, era el mejor de todo el maldito universo. Me senté en la silla a beber aquel precioso líquido marrón oscuro mezclado con partículas de polvo y arena del desierto. Mientras  miraba pasar a los otros corredores, veía cómo el sol se deslizaba suavemente por encima del horizonte y hacía sentir su presencia majestuosa llenando los valles de una luz naranja-amarillo. No me importaba que otros corredores me pasaran, sabía que iba a pasarles de nuevo más tarde, pero incluso eso no importaba. Me sentía en paz conmigo mismo y sólo me preocupaba apreciar el café y ese momento tan especial.

Nos registramos en el control de Panamint y luego empezamos a caminar a paso ligero cuesta arriba. La cuesta hasta el punto de Padre Crowley es lo suficientemente fuerte como para justificar el powerwalking. Existe un gradiente particular cuando es más eficiente caminar que correr y esa colina es precisamente ese gradiente. Jup, Jari y Stephen se turnaban para salir al camino conmigo y Javi se deleitaba parándome cada media hora para obligarme a tomar las pastillas de sal. ¡De aquí no se pasa a menos que una pastilla de sal se consuma!, Javi estampaba sus pies en el suelo delante de mí y me presentaba aquel pequeño horror blanco. Cada vez que tomaba el comprimido se alejaban todos y me dejaban batallando con el estómago para no vomitar. Sólo cuando terminaba Javi me dejaba pasar y la carrera continuaba. ¿Os he contado que odio las pastillas de sal?

La cuesta llegó a su fin bastante rápido y el tramo flojo que siguió fue pura delicia. En algún lugar a lo largo de esta carretera, antes del puesto de control de Darwin, he descubierto un nuevo tipo de combustible para cohetes de resistencia. ¡De verdad que esto habría que patentarlo! Es la energía más poderosa y rica de combustible ultra-corredor del planeta. Se compone de un poco de pan blanco (altamente procesado ​​y sin nada de fibra; ya sabes, la cosa saludable) empapado, y me refiero a empapado, en aceite de oliva. En serio, quiero decir realmente empapado. Entre el pan hay algo de pechuga de pavo y luego viene el ingrediente mágico: algunas papas fritas al queso con guindilla. El aceite de oliva se me escurría por las manos mientras comía, pero lo bueno del aceite de oliva es que se puede usar de lubricante también y se ahorra en Vaselina. Esto sí que es grande, un sándwich que se puede usar para lubricar y comer a la vez es un auténtico invento. Se inventan algunas cosas chulas durante una carrera, ¿eh? Esto debería formar parte del kit de todos los corredores del mundo. Pero lo más importante fue la enorme cantidad de energía que aportó, y que me mantuvo a tope hasta el final. Ah, y un poco de Coca Cola con cubitos de hielo también.

Desde el puesto de control en el paso de Darwin hasta Lone Pine hay un muy, muy largo tramo de carretera recta y sin fin. Se puede ver todo al desnudo frente a ti y el final nunca se aproxima, no importa cuánto corras o a qué velocidad. Lo bueno es que durante la mayoría del tiempo se puede ver Whitney y eso significa la línea de meta. Fue durante este último tramo que me encontré y pasé a muchos otros corredores, incluyendo a mi amigo Seow Kong de Malasia, al que había conocido en el Himalaya el año pasado. Esto se debió en buena parte a la atención impecable que estaba recibiendo de mi tripulación. Realmente eran increíbles, se turnaban para seguir mi ritmo, especialmente Jup que me acompañaba a cada poco, y me iban refrescando con agua fría pulverizada. Esto ayudó enormemente. Incluso las temidas pastillas de sal comenzaron a entrar en el sistema sin dar una queja y el equipo ya no salía corriendo a buscar refugio cuando tomaba una. Obviamente tenía este asunto bajo control.


Desde Lone Pine hasta el portal de Whitney hay una larga cuesta, y cuando digo larga cuesta quiero decir muy larga. Realmente sigue sin parar y ahora con la noche cayendo y la montaña deslizándose lentamente en la oscuridad se hizo difícil no sólo calcular las distancias, sino también distinguir la carretera. Stephen salió a pasear conmigo un par de millas y después lo hizo Jari. La compañía fue estupenda y charlamos sobre las cosas que se nos iban ocurriendo. Caminaba con energía y progresé a un ritmo decente. Había estado corriendo todo el día, lo que compensaba un poco el tiempo perdido debido al choque térmico de la tarde previa y fue en este punto cuando mis piernas comenzaron a sentir cansancio por primera vez. Finalmente Jup se unió a mí en la marcha para meta y las sombras oscuras empezaron a formar imágenes extrañas en mi mente. Las grietas en el camino se convirtieron en largas serpientes alargadas e incluso vimos una bruja de nariz torcida con un sombrero y un palo de escoba en un punto. Pero no vi más al balrog. Eso fue una buena cosa y me alegró que se hubiera quedado en su foso de fuego en las profundidades del Valle de la Muerte. Por cierto, si estas interesado en verlo, es muy probable que lo encuentras en las afueras de Stovepipe Wells, al acecho y de mal humor en las dunas de arena. Pero ten cuidado, porque es una criatura diabólica y desagradable que no se toma a la ligera ser molestado. Las alucinaciones eran maravillosas y Jup y yo hablábamos sobre lo que estábamos viendo, lo que era bastante surrealista porque él estaba viendo las mismas cosas que yo. La falta de sueño te juega pasadas así, ya sabes.

Entonces de repente, cuando pensaba que ni siquiera habíamos hecho la tercera parta de la cuesta, nos tropezamos con el último punto de control antes de meta. ¡Guau!, ¿estábamos realmente aquí ya? Tomé un expreso Starbucks de una pequeña latita ya que las alucinaciones provocados por las grietas del camino estaban jugando demasiado con mi cabeza. Funcionó perfectamente y se aclaró la niebla. Después de aproximadamente una milla, Javi se cambió con Jup y me acompañó durante el último par de kilómetros hasta la meta. ¿Cómo puede un padre quiere más? ¡Terminé la Badwater con mi hijo de 15 años y eso realmente mola!
El resto de la tripulación se unió a nosotros a unos 100 metros antes de la meta con todas las banderas nacionales en la mano: británica, inglesa, española, finlandesa y neozelandesa; nos abrazamos y cruzamos la línea juntos. Habíamos terminado la Badwater en 40 horas 53 mins.

Reflexiones
Durante un par de días de tu vida te tratan como a una princesa, y al final todo el mundo te alaba, canta tu gloria y te dan una hermosa hebilla de cinturón. Todo el mundo piensa que los corredores son los héroes de todo esto, después de todo son los que hacen la carrera, pero tengo una noticia que daros: es falso. Los tripulantes son los verdaderos héroes, ya que son ellos los que realmente hacen todo el trabajo. Lo único que tienes que hacer es correr y esa es la parte fácil. Ni siquiera tienes que pensar, ya que el equipo lo hace por ti. Y todos sabemos lo difícil que es pensar, ¿verdad? ¿Y qué reciben a cambio? Un poco de pizza gratis y un par de cervezas. Bueno, el año siguiente y el siguiente estaré de vuelta, no para correr, pero para trabajar en una tripulación y entonces podré contaros cómo es. El año que viene voy a tripular para Luis Guerrero, suponiendo que él consiga su plaza, y luego al año siguiente para Jup Brown. Tengo que volver a poner lo que he tomado. Eso es karma.


Así pues, dedico esta pequeña historia primero a mi propio equipo de apoyo maravilloso e increíble, y después a todos los equipos de apoyo que hay en Badwater, porque son ellos los que en realidad consiguen que esas pequeñas princesas crucen la línea de meta.

2 comments:

  1. Estupenda descripción de una carrera realmente dura y de un equipo cojonudo.

    Felicidades

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  2. Felicidades por la experiencia..!!

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